martes

Tiempos difíciles


Por mucho que algunos se empeñen en que se pueden solucionar los problemas con poco más que con golpes de optimismo, las cosas van a estar difíciles en los próximos años. La Ley de Economía Sostenible no lo va a evitar. Es posible que muchas de las medidas que se contemplan y que habrá de desarrollar, sirvan para que futuros ciclos bajos de la economía no sean tan desastrosos para nuestro país como ha sido este. Pero las dificultades de los próximos meses (o años) no van a hacer que todo sea un camino de rosas. Todo apunta a que el crecimiento económico va a seguir siendo negativo hasta más allá de la mitad del próximo año. El año 2011 es una auténtica incógnita. Y nada hace pensar que el paro no siga creciendo hasta alcanzar tasas del 20%. Es decir que de creación neta de empleo, no se empezará a hablar hasta el año 2012.

Está bien que se piense en pasado mañana a la hora de tomar decisiones políticas. Por cierto, no iría mal que ese diseño de futuro, que hay que empezar a construir ya, fuera acompañado de algo más que buenas intenciones, por ejemplo dotaciones presupuestarias que apuesten de verdad por el susodicho trinomio de I+D+i, mayor apoyo a las Universidades y a la educación en general, mejor diseño en la formación profesional o inversiones en infraestructuras que atiendan a la prestación de servicios en la atención a la dependencia.

Mientras, miles de personas, que se van quedando sin empleo, no pueden esperar. Se insiste mucho desde CCOO; lo primero las personas. Así es. Además de prever las necesidades de cobertura social, que impida aumentar y reduzca las bolsas de exclusión social, no se puede renunciar a tomar medidas que a corto plazo dinamicen la economía y generen empleo. Es cierto que el sector de la construcción ya no va tener, al menos durante muchos años, el protagonismo del pasado en la generación de empleo. Y eso en sí, ya va a producir un cierto cambio en el modelo económico, no tanto por acuerdos sociales o por decisiones políticas, como por la inflación artificial de vivienda, y sus precios, creada en los años anteriores, que va a hacer que durante mucho tiempo la oferta supere en mucho a la demanda. Pero este sector seguirá teniendo, todavía la tiene, una notable importancia en nuestra economía, si se apoya un cambio en su orientación dirigiéndolo hacia la construcción de infraestructuras sociales o hacia la rehabilitación de viviendas. No hay que olvidar que miles de viviendas de los barrios obreros de nuestras ciudades tienen serios problemas de accesibilidad o de eficiencia energética.

Nuestros gobiernos, centrales, autonómicos o locales, deberían interiorizar con más rapidez que la inversión en “lo social”, no es un “gasto” a fondo perdido. Contribuye al bienestar de las personas, mueve economía y genera empleo. Hay más sectores, en energías renovables, en servicios avanzados, en educación, sanidad etc., en los que se puede impulsar el empleo, tal vez de forma modesta, pero no por eso despreciable. Lo que no les cabe es seguir soñando en sanear sus finanzas con recalificaciones de terrenos sin fin. Ni a los empresarios les puede valer fantasear, eso si sin dejar de presionar, para aumentar sus ganancias, no en base a inversiones productivas y buena gestión, sino a costa de mano de obra barata y transfiriendo rentas salariales a beneficios empresariales. Eso debería darse por acabado. Sería un ejercicio de responsabilidad, si todavía queda algo, y un buen comienzo para eso del cambio de modelo, que parece a todos gusta en su enunciado, pero no se sabe si hay mucho acuerdo en su contenido.

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