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El Gobierno de Aragón debe salir de su letargo y liderar la reactivación del diálogo social para la salida de la crisis.

La comunidad Autónoma de Aragón fue pionera en la concreción de un acuerdo social entre Sindicatos, Patronales y Gobierno Autónomo en 1989. Han sido veinte años de acuerdos firmados con gobiernos de distintos signos y en diversas circunstancias económicas y sociales. En estos años se han ido generando numerosos ámbitos de participación en los que tanto Sindicatos como Patronales hemos podido influir, con la aportación de nuestros puntos de vista, en las políticas desarrolladas por los sucesivos gobiernos, que a menudo han pretendido dar a sus propuestas un plus de legitimidad, relacionando su origen con el diálogo social, en el acuerdo con empresarios y trabajadores. No ha sido poco frecuente escuchar en los debates del Parlamento Aragonés, como argumento de peso para contrarrestar críticas de la oposición, que tal o cual medida venía avalada en la Concertación con los agentes sociales. Eso sí, superada la fase del debate, a menudo es el Ejecutivo quien capitaliza en exclusiva la acción política surgida del acuerdo social. Son prácticas de las que no se ha nsustraído ningún gobierno, sea del signo que fuere.

Para el CCOO la concertación social, o el diálogo social en una dimensión más amplia, es una apuesta estratégica. Genera ámbitos útiles para la influencia en las acciones de los gobiernos o en la gestión de lo público más acordes con los intereses de los trabajadores. Permite la búsqueda de consensos en áreas de interés compartido, en desarrollo económico, internacionalización de las empresas, infraestructuras, políticas de empleo, políticas medioambientales, servicios sociales, protección social etc. Por eso, mucho más allá de los más o menos legítimos intentos de instrumentalización y capitalización por parte de los gobiernos de turno, CCOO volcamos una importante parte de nuestra actividad sindical, en participar y enriquecer el diálogo social, cada día, defendiendo nuestros puntos de vista, pero en la búsqueda del encuentro, en lo que nos permita avanzar.

El diálogo social ha dado frutos. A veces poco conocidos y tal vez no suficientemente capitalizados por nosotros. Pero los ha dado.

Sin embargo, en la parte más dura de la crisis que estamos viviendo, con un descenso de la economía  aragonesa superior a la media española y con un crecimiento del desempleo que amenaza con laminar de forma rápida el diferencial positivo que todavía tenemos con el reto del estado, el Gobierno de Aragón, está manifestando una notable incapacidad para que el diálogo social, el desarrollo del Acuerdo Económico y Social para el Progreso de Aragón (AESPA) firmado a finales del año 2008, se convierta en el instrumento necesario para la búsqueda de consenso en el desarrollo de medidas paliativas.

Ningún acuerdo social, mucho menos de ámbito autonómico, es un ungüento mágico e infalible para superar la profunda crisis que estamos sufriendo. Pero es cierto que hay importantes márgenes de maniobra, desde luego sí en el ámbito autonómico, para suavizar algunos de los efectos más duros que la crisis está generando. Hay márgenes para ampliar la protección social, los hay para dinamizar, aunque sea modestamente, la economía y por tanto contribuir a una menor destrucción del empleo, es posible estimular más la contratación laboral en los sectores que más sufren el desempleo, hay nichos de empleo relacionados con el estado de bienestar, con la educación, la sanidad, la atención a la dependencia. Lo hay en las apuestas decididas y posibles para rehabilitación de viviendas, tan necesaria en barrios enteros para la accesibilidad, habitabilidad y eficiencia energética…

El avance y la dimensión de una crisis, que ni siquiera estaba intuida en el texto que se fue pergeñando en los meses anteriores a la firma del AESPA, hacía evidente, ya a mediados del año pasado, la necesidad de urgir el desarrollo de aquellas medidas contenidas en el acuerdo que podían jugar un papel más anticrisis, y de poner en marcha otras que, bajo el paraguas del diálogo social, fueran en la misma dirección. Los objetivos estaban claros y entroncaban con el lema del que nos dotamos en CCOO, “lo primero las personas", y con los objetivos del conjunto del Sindicalismo Confederal; protección social, dinamización económica, mejora del empleo, planificación urgente del necesario cambio de modelo productivo. Esta reflexión compartida entre CCOO y UGT en nuestra comunidad autónoma dio a luz una propuesta de “Plan Urgente para el Empleo y la Protección Social en Aragón”, remitido al Gobierno en Septiembre, antes de la discusión de los presupuestos en el Parlamento Aragonés. Nuestro “Plan” pasó sin dejar huella alguna en los presupuestos. Y menos mal que era “Urgente”, porque varios meses más tarde, el Gobierno de Aragón sigue sin dar señales de vida.

Nuestra apuesta sincera por el diálogo social autonómico, hace que hoy tengamos que ser muy críticos con su desarrollo en Aragón. El último acuerdo sumó canales de participación y posibilidades de control de lo acordado. Pero la falta de voluntad política y nos tememos que una visión miope y una concepción excesivamente instrumentalista del diálogo social, los está convirtiendo, en el mejor de los casos en ámbitos meramente informativos, en los que se nos ha convertido en meros invitados de piedra, a los que a menudo tan solo se nos pide aparezcamos en la foto cuando se difunden mediáticamente medidas adoptadas por el Gobierno, en cuyo proceso elaboración no se nos ha dado la oportunidad de participar.

El Gobierno de Aragón debe ejercer su liderazgo para reactivar el imprescindible diálogo social en un momento extremadamente grave para la sociedad aragonesa. Para eso debe despertar de su letargo y debe hacerlo ya.

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